Cómo es el terapeuta que trabaja con niños

Hoy hemos hablado en el programa de radio “déjate de historias” sobre cómo es la terapia infantil y nos hemos quedado con ganas de más….

Así que vamos a hablar de los mínimos que creemos debe cumplir el terapeuta. Dejando claro que a partir de ellos el terapeuta puede ser sistémico, estratégico, conductista, psicodramatista, psicoanalísta …. Lo que mejor le vaya a él y lo que le resulte más eficaz a su cliente.

Lo primero tiene que ver con el manejo de la agresividad. Es sabido que el terapeuta debe tener una relación distinta con cada sistema, por lo que se le exige un muy buen manejo de la  agresividad (por sistema me refiero al cole, la familia, el derivante y el niño). El terapeuta es distinto para cada sistema y se relaciona desde lugares diferentes. Lo más importante es recordar que la relación con los distintos sistemas implicados en la terapia es terapia y no solo aquello que sucede entre las cuatro paredes de la consulta. Tener en cuenta a cada sistema y darle a cada uno su importancia y su espacio en la terapia es un requisito imprescindible en nuestro trabajo.

Sigo sorprendiéndome cada día cuando al llegar un niño a consulta y tras su autorización  me dirijo al psicólogo de su colegio y a su tutor o tutora  y me dicen que no es habitual que los psicólogos les llamen….

Tambien debemos hablar de eso que ahora llaman competencias; Las habilidades del terapeuta infantil, que  no se diferencian en  mucho, a mi parecer, de las que tiene el terapeuta que atiende a adultos. No obstante creo que es importante distinguir dos partes de lo que comúnmente se llama habilidades del terapeuta.

Una primera no se puede considerar realmente como habilidades sino como requisitos mínimos que debe manejar el terapeuta para poder comenzar una terapia. Son algunos de los elementos que forman el común denominador de lo imprescindible para iniciar nuestro trabajo. La segunda parte, la más interesante, es la capacidad del terapeuta para acercarse al niño,  que a veces tenemos tan olvidada

La habilidad que distingue al terapeuta infantil está en su cercanía al mundo infantil y en su capacidad para hacer que los niños le permitan entrar en él.

Para esto es imprescindible algo tan sencillo como la memoria. En mi caso sigo sorprendiéndome cuando encuentro a amigos de mi infancia que hablan a sus hijos ¡como si ellos no recordaran!, como si realmente no recordaran.

Se han vuelto rígidos y a veces me obligan a que pregunte: ¿nadie de los presentes en esta sala, aparte de este niño, ha suspendido nunca? o ¿hasta cuándo se hicieron ustedes pis en la cama? o ¿recuerda cuando tuvo su primera novia?….

Parece, muy a menudo, que los adultos no fuimos niños o fuimos esos niños ideales que queremos que sean los nuestros. Gracias a la memoria podemos hacer que los padres se vuelvan a acercar al mundo de sus hijos y que miren de otra forma la misma realidad, que la miren desde el lugar desde el que la miraban cuando ellos también eran  niños.

Recuerdo un chiste en el que un padre enfadado con el rendimiento académico de su hijo le decía:

– “A tu edad Mozart ya sabía tocar el piano y el violín…”

y el niño le respondía

– “Pues a la tuya ya había muerto como un genio….”

Debemos estar cerca del mundo infantil

La siguiente pregunta sale sola ¿Como sabemos si tenemos esa cercanía al mundo infantil? Y la respuesta también parece obvia. Estamos cerca del mundo de los niños si nos dejan acercarnos. Para esto es necesario que nos gusten los niños y su visión del mundo.

Un ejemplo de preciosismo infantil:
T- Que quieres ser de mayor?
Niño ( 7 años) – Egipcio

Además es necesario que les escuchemos. Hay que tener el oído (y la vista ) entrenados a través del conocimiento de la psicopatología infantil y también por nuestra sensibilidad a ese “mundo infantil”
Yo miro a un perro y veo un perro. No tengo especial sensibilidad en este tema. Pero me consta que hay gente que mira a un perro y ve su energía, su grado en la jerarquía familiar, su estado de ánimo y tantas otras cosas.
Por otro lado debemos ser conscientes de qué somos para ellos (No somos tan importantes para ellos, los importantes son los suyos)

Debemos escucharles; Debemos escucharles…

 

 

 

 

 

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