Es intolerable para nuestra conciencia aceptar que uno de cada 5 niños (según los estudios más benévolos) sufre acoso en nuestros colegios. Y cuando algo es inaceptable caben dos respuestas: una consiste en afrontar el problema y buscar soluciones, que en este caso inevitablemente implican a colegios, familias y niños. Otra consiste en huir de esa realidad, pero en este caso la realidad es tozuda y no podemos huir de ella porque ya la conocemos; con lo que la única huida posible es lo que los clásicos psicoanalistas llamaban represión. Es decir, ocultar los hechos para defendernos de una realidad que nos produce un intenso malestar. La forma más patológica es la negación: “esto no pasa en este colegio”. Por increíble que parezca seguimos oyéndolo a diario. Y la forma más efectiva consiste en el mantenimiento de los mitos y estereotipos relacionados con el acoso. Algunos de ellos son: siempre ha existido y no pasaba nada, estas cosas curten al que las sufre, es una moda…
Pues bien, ninguno de estos mecanismos va a evitar que lo reprimido emerja y nos pille con el trabajo sin hacer. Antes o después, y ahora parece que más bien antes, vamos a tener que afrontar este asunto y la única forma es aceptándolo, encarándolo y asumiendo que va a ser un camino largo y pesado en el que vamos a tener que deshacer los mitos que ocultan la realidad para después volver a construir una nueva forma de relación en la que dejemos de engañarnos. Ya es hora.
Olvidemos los mecanismos represivos usados hasta ahora, asumamos la realidad, pongámonos a trabajar juntos padres, maestros y alumnos para acabar con el acoso. Acabemos con el bullying.
*Retorno de lo reprimido es un concepto freudiano que describe el mecanismo psíquico por el que contenidos que fueron reprimidos por intolerables para nuestra conciencia, tienden a reaparecer
Los centros tratan de evitar pronunciar la palabra acoso, enmascarándolo como conflictos puntuales, accidentes, o cosas de niños. No se puede poner remedio a algo que no se reconoce.